Alfons Mucha

22 de enero, 2016

Considerado uno de los artistas más representativos del Art Nouveau, Alfons María Mucha (pintor y diseñador de nacionalidad checa) ascendió a la fama diseñando carteles litográficos para la mítica actriz Sarah Bernhardt. También se hizo cargo de la escenografía y los diseños de vestuario del Teatro que, a finales del S. XIX, convirtieron a Mucha en una aclamada celebridad. En este período aparecen las litografías para Tosca, Hamlet y La Samaritana, entre otras.

Es importante recordar la importancia que tuvo el cartelismo en la época, en tanto objeto decorativo y publicitario a la vez. Es un momento en donde el arte modernista desborda los muros del museo para convertirse en una expresión decorativa urbana, expuesta al público en avenidas y vidrieras.

En los carteles la figura femenina se representa siempre idealizada. Envueltas en el estilizado marco de una naturaleza floral (y también ideal), en ocasiones semejantes a diosas o hadas, y otras veces como niñas ingenuas. La mujer de Mucha es un ser irreal, un emblema del lujo y el exotismo que le valió la admiración del público europeo, al tiempo que señaló una distancia del erotismo que cultivaban otros artistas contemporáneos, como Klint o Beardsley.

La obra de Mucha abarcó áreas tan dispares como la creación de carteles para licores o cigarrillos, litografías para teatro, alfombras y empapelados. Sus diseños lucieron en joyas, frascos de perfume, abanicos, jabones e incluso cajas de galletas, con una distintiva reminiscencia oriental y bizantina.

Además de diversas creaciones masónicas (como joyas de grado, emblemas de logias y copas en cristal de Bohemia), también realizó las vidrieras para la nave Norte de la Catedral de San Vito, en Praga. Diseñó incluso sellos y billetes de banco, que celebraron la independencia de Checoslovaquia.

Quizá sea menos conocida su trayectoria como pintor y escultor. Baste mencionar que realizó numerosas obras alegóricas, inspiradas en temas nacionales e históricos como la Épica Eslava, que ilustra la historia de estos pueblos.

A pesar de su extraordinaria versatilidad, se ha dicho que Mucha nunca estuvo del todo satisfecho, dado que resintió el cariz básicamente comercial de su arte.

La crítica contemporánea no duda en señalar este aspecto con expresiones como “la belleza del consumismo”, o “el arte al servicio del consumo”, en oposición a una conocida declaración del artista: “El arte sólo existe para transmitir un mensaje espiritual, y nada más.”

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