Clarisa Pinkola Estés

7 de febrero, 2016

Photo credit Clara Griffin

Doctorada en Psicología Etnoclínica, Clarisa Pinkola Estés tiene también una titulación en Psicología Analítica (especializada en la corriente junguiana), y es una cantadora o “mesemondó”. Esto es, heredera de una tradición húngara de mujeres que “transmiten oralmente sus tradiciones en forma de relatos, que desgranan absortas sus historias, sentadas en sillas de madera, con sus monederos de plástico estrujados en las manos”.

Su propia vida es un inusitado mosaico de tradiciones. De origen latino, mexicana, creció y vive en Estados Unidos con su familia húngara. Esto le ha permitido una peculiar visión filosófica y poética, ya que se nutre de tan variadas tradiciones.

Clarisa ha ejercido en el tratamiento de niños y mujeres en situación postrauma, así como de veteranos de guerra y personas sobrevivientes de desastres naturales, o situaciones de extrema violencia. Vale la pena incursionar un poco más en su biografía, porque su vida es realmente extraordinaria.

Hoy, la intención ha sido presentarla y ofrecer otra faceta igualmente admirable: la de poetisa y escritora. No voy a abundar en los millones de ejemplares que ha vendido, ni en los premios y reconocimientos que ha recibido por esta labor. Sólo dejar consignado un libro que le valió el reconocimiento internacional: “Mujeres que corren con los lobos”.

Para escribirlo, cuenta que estuvo más de 25 años recopilando historias de vida, tradiciones, nutriéndose en el estudio de los arquetipos femeninos, procesando ella misma sus experiencias como mujer, como artista y como terapeuta…

Xrisí Athina Tefarikis escribió:
“Lo que resulta más apasionante y revelador de esta notable obra es el llamado que hace a la mujer para volver a reencontrarse con su espiritualidad. Un urgente llamado a ponerse en contacto con la intuición profunda y, para desarrollarla, una invitación a la creatividad a través de la escritura, la danza, la pintura, y todas las artes que nos ayuden a sacar nuestro yo profundo de su escondite.”

Pero “Mujeres…” es un libro que difícilmente pueda reseñarse en la brevedad de un post literario. Tampoco puede leerse con la voracidad con que leemos una novela atrapante. Es un libro para leer con calma, con una deliberada intención meditativa. Basta mirar los subtítulos del índice para comprender hasta qué punto éste puede ser un libro profundamente removedor.

Les dejo un fragmento del primer capítulo:

“Tanto los animales salvajes como la Mujer Salvaje son especies en peligro de extinción. En el transcurso del tiempo hemos presenciado cómo se ha saqueado, rechazado y reestructurado la naturaleza femenina instintiva. Durante largos períodos, ésta ha sido tan mal administrada como la fauna silvestre y las tierras vírgenes. Durante miles de años, y basta mirar el pasado para darnos cuenta de ello, se la ha relegado al territorio más yermo de la psique.

A lo largo de la historia, las tierras espirituales de la Mujer Salvaje han sido expoliadas o quemadas, sus guaridas se han arrasado y sus ciclos naturales se han visto obligados a adaptarse a unos ritmos artificiales para complacer a los demás. No es ninguna casualidad que la prístina naturaleza virgen de nuestro planeta vaya desapareciendo a medida que se desvanece la comprensión de nuestra íntima naturaleza salvaje.

No es difícil comprender por qué razón los viejos bosques y las ancianas se consideran unos recursos de escasa importancia. No es ningún misterio. Tampoco es casual que los lobos y los coyotes, los osos y las mujeres inconformistas tengan una fama parecida. Todos ellos comparten unos arquetipos instintivos semejantes y, como tales, se les considera erróneamente poco gratos, total y congénitamente peligrosos y voraces.”

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